Wednesday, March 09, 2016

No a la mujer sacerdote. Pero que al menos pronuncie la homilía por Sandro Magister




ROMA, 7 de marzo de 2016 – La misa no. En lo que atañe a la ordenación sagrada de las mujeres Francisco, apenas elegido Papa, fue tajante. "La puerta está cerrada definitivamente", dijo en la primera de sus ruedas de prensa en un avión.

La homilía forma parte de la misa y, por lo tanto, también estaría excluida.

Pero hace unos días, "Donne Chiesa Mondo", el suplemento femenino de "L'Osservatore Romano", ha dedicado casi todo el número de marzo a reclamar que las mujeres puedan predicar la homilía en la misa:

> Donne che predicano

Lucetta Scaraffia, docente de historia en la universidad de Roma y editorialista de renombre del periódico de la Santa Sede, es la persona responsable de la edición de "Donne Chiesa Mondo", publicación que tiene una posición de oficialidad similar a la de "L'Osservatore".

Una oficialidad fuertemente apoyada por el monje Enzo Bianchi, prior de Bose y consultor del consejo pontificio para la unidad de los cristianos, y que en la última página del suplemento, resumiendo la propuesta, establece las "tres condiciones" fundamentales para que se lleve a cabo:

> A tre condizioni

La primera condición, escribe Bianchi, es el "mandatum praedicandi" que el obispo deberá conferir a los fieles, mujeres y hombres, que considere adecuados para pronunciar las homilías.

La segunda es la bendición que durante la misa, antes de la homilía, el sacerdote celebrante dará a la mujer u hombre a los que confíe la predicación, para demostrar que forma parte del propio culto.

La tercera condición es que el fiel, mujer u hombre, sea consciente del propio carisma pero también de la necesidad de ejercerlo con la autorización del obispo mediante una "imposición de manos que es una bendición, no un sacramento".

Planteado así, parecería algo ya decidido. Pero no lo es en absoluto.

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Para empezar, está el código de derecho canónico que prohibe al fiel laico, ya sea hombre o mujer, predicar la homilía.

De hecho, el canon 767 § 1 establece que: "Entre las formas de predicación destaca la homilía, que es parte de la misma liturgia y está reservada al sacerdote o al diácono".

Después existe la detallada prohibición formulada en 1997 por ocho dicasterios de la curia romana, aprobada específicamente por Juan Pablo II, en la que se prohibe al fiel laico predicar durante la misa:

> Instrucción sobre algunas cuestiones acerca de la colaboración de los fieles laicos en el sagrado ministerio de los sacerdotes

La instrucción, entre otros, afirma:

"La homilía, forma eminente de predicación, es parte de la misma liturgia. Por tanto, la homilía, durante la celebración de la Eucaristía, se debe reservar al ministro sagrado, sacerdote o diácono. Se excluyen los fieles no ordenados, aunque desarrollen la función llamada 'asistentes pastorales' o catequistas, en cualquier tipo de comunidad o agrupación. No se trata, en efecto, de una eventual mayor capacidad expositiva o preparación teológica, sino de una función reservada a aquel que es consagrado con el Sacramento del Orden, por lo que ni siquiera el Obispo diocesano puede dispensar de la norma del canon, dado que no se trata de una ley meramente disciplinar, sino de una ley que toca las funciones de enseñanza y santificación estrechamente unidas entre si".

Y, por consiguiente:

"Se debe considerar abrogada por el can. 767 § 1 cualquier norma anterior que haya podido admitir fieles no ordenados a pronunciar la homilía durante la celebración de la Santa Misa".

Y además están los siglos de historia de la Iglesia durante los cuales la predicación de los fieles laicos durante la misa no fue permitida.

Naturalmente, en la historia no faltan casos eminentes de mujeres predicadoras, también en las catedrales y bajo el mandato de obispos y Papas. "Donne Chiesa Mondo" da gran importancia a las 61 "homilías" que nos han llegado de Hildegarda de Bingen (1098-1179), proclamada doctora de la Iglesia por Benedicto XVI. Y Bianchi cita otros casos.

Pero más que homilías propiamente dichas se trataba, para estas grandes mujeres, de predicaciones fuera de la misa, que en su época no estaban prohibidas, como tampoco lo están hoy en día.

En cambio, en lo que se refiere a las homilías en sentido estricto pronunciadas por laicos, los únicos casos permitidos recientemente que Bianchi menciona son el permiso "ad experimentum" concedido por ocho años por Pablo VI en 1973 a la conferencia episcopal alemana y, también en 1973, el "Directorio para las misas de los niños".

En la práctica es bien sabido que esta regla es obviada muy a menudo.  Sin embargo, Bianchi se lamenta de que estos saltos a la norma se realizan "de manera salvaje o, peor aún, disimuladamente", llamando a dichas homilías realizadas por mujeres y hombres, por ejemplo, "resonancias".

Este es el caso del Camino neocatecumenal, cuyo anómalo ritual litúrgico concierne a toda la misa, pero en el que tampoco Benedicto XVI ha conseguido restaurar el orden y que Francisco deja ir a la deriva.

En otros casos que atañen a la homilía propiamente dicha, la Santa Sede ha intervenido de manera esporádica. Hace unos quince años, por ejemplo, prohibió a la Comunidad de San Egidio que los laicos predicaran en sus misas, empezando por su fundador Andrea Riccardi.

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Sin embargo, pocos saben que también el Papa Francisco ha intervenido para confirmar, de manera general, su prohibición.

De hecho, en los párrafos 4 y 5 del "Directorio homilético", promulgado en 2014 bajo forma de decreto por la congregación para el culto divino y aprobado por el Papa, se lee:

"Dada su naturaleza litúrgica, la homilía posee también un significado sacramental: Cristo está presente tanto en la asamblea reunida para escuchar su palabra como en la predicación del ministro, a través del cual el Señor mismo, que habló en la sinagoga de Nazaret, ahora enseña a su pueblo. […] En cuanto parte integrante del culto de la Iglesia, la homilía debe ser realizada sólo por los obispos, los sacerdotes o los diáconos, […] o, de todas formas, siempre por quien haya sido ordenado para presidir o estar en el altar".

Curiosamente, "Donne Chiesa Mondo" ignora totalmente este "Directorio" firmado por Francisco, un Papa que da gran importancia a las homilías, juzgando por las que pronuncia cada mañana en Santa Marta y por cómo ha escrito sobre ellas en su texto programático "Evangelii gaudium".

En cambio, el suplemento femenino de "L'Osservatore Romano" da gran realce a una simpática religiosa dominica sueca, Madeleine Fredell, "feminista, exploradora de una teología creativa y viva, políticamente comprometida", que no esconde que se siente "llamada a ser también sacerdote" y que al no poder serlo concluye diciendo:

"Sin embargo, hay una sola cosa que me entristece y es no poder pronunciar la homilía durante la misa. Predicar es mi vocación como dominica y aunque puedo hacerlo casi en todas partes, a veces incluso en la iglesia luterana, estoy convencida de que escuchar la voz de las mujeres en el momento de la homilía enriquecería nuestro culto católico".

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El directorio promulgado en 2014 con la aprobación del Papa Francisco:

> Direttorio omiletico

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Traducción en español de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España.

Chiesa

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